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miércoles, 14 de enero de 2015

Se estira

Uno se tiene que ocupar de amar... pero qué ama? Uno tiene que preocuparse por dar y no por lo que recibe. Así sería el amor utópico. Hermoso, cada uno amando lo que realmente le dicta el alma y no el otro. Un amor desinteresado y simplemente con la ambición de que crezca cada vez más, ya que al no ser alimentado por el otro, sólo dependería de si mismo para vivir. Pero el mundo no está hecho de utopías... así como me encanta la utopía del socialismo, se que llevado a tierra sería un desastre. Lo mismo pasa con el amar. Nunca es desinteresado porque nosotros, los humanos, tampoco lo somos. En la realidad es como una de esas simples pulseras de tela que con el roce, el viento, el agua, la vida... se va desgastando. En un tire y afloje de dos fuerzas que en algún momento se cansan. Y tiran, terminando de romperla. Por eso... muchas veces nos enamoramos de lo imposible, de lo que está lejos. Porque no lo tocamos. Porque lo amamos como es y listo. No lo cambiamos, ni pretendemos que sea de una manera que no es. No estamos interesados en que nos quiera mucho, poco, o nada. Simplemente en amarlo. Eso es lo más cercano que podemos tener, el primer contacto, las primeras caricias, las primeras miradas. El resto... donde se tome como algo más del sistema en que vivimos, es como lo que compramos. Lo queremos, lo pagamos, lo usamos, se rompe... lo tiramos.

Por eso está bueno, cada tanto, parar 5 minutos en el día, dejar de ser tan egoístas, y en vez de cuestionar lo que el otro ama, y si lo hace "bien o no", ver cómo UNO ama, y si es que ama... demostrarlo. El resto va en aceptar. Después de todo algo de karma tiene todo esto, si uno encera un poco la pulsera, puede que dure un poco más.

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