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miércoles, 24 de octubre de 2018

Maldita perfección

La verdadera perfección es imperfecta, me dijeron. Y sí, como esas cuentas de matemáticas del liceo, que simplificando y sustituyendo llegabas a un resultado, de una ecuación casi ininteligible, la perfección es así.
Muchos dicen que la perfección no existe, pero es mentira. Todos tenemos conceptos distintos de lo que es. Lo que es una amistad perfecta, un amor perfecto, un trabajo perfecto... una vida perfecta, para mi puede ser una cosa totalmente distinta al del otro.
Para mí puede ser algo mucho más simple, puede que pensar en una sinceridad cierta, y en sentimientos verdaderos, sea la perfección para mí en ciertos puntos. Para otro quizás la vida perfecta la encuentra pudiendo comprar un pent-house en Punta del Este. Y listo, ahí al costado de su solarium encuentra la felicidad, la perfección, ese zénit. 
Yo no juzgo, eh. Cada cual sabe lo que lo llena, y por algo es. 
Cuestión que la perfección va en gustos y preferencias, cosas que uno vivió y vive, que sintió y siente. Y sí, si bien uno se hace idea de lo que es perfecto, de lo que es esa felicidad tan grande para uno... podemos decir que es alcanzable; pero bastante efimera a la vez.

Como esas reglas para nivelar, donde la burbuja de líquido tiene que estar en cierto punto para poder medir el nivel... la perfección es eso. La felicidad es eso. Va de un lado al otro, pero,
¡Qué cosa difícil lograr que la burbuja esté exactamente en el medio!

Ese punto, minúsculo, entre los extremos de la barra, es esa perfección. En la vida la pasamos mil veces por al lado y capaz que no nos damos cuenta. Lo difícil es detenerse.

Error gigante del humano, y por eso no conoce la perfección: no sabe parar a tiempo a apreciar lo que  realmente lo vale. 

domingo, 7 de octubre de 2018

Desti(no).

Para cuando vaya cumpliendo mis metas. 
Quiero no olvidar nunca quien fui, 
y quien no debo ser.

Que es el destino? Te pregunté. 
Me mirás, revolvés tu café. Te quedas pensando y mirando hacia arriba unos segundos. Volvés a revolver el café.
Yo que sé que es. Es eso que creemos que debería pasarnos. Como si la vida tuviera la balanza de la justicia para todo el mundo. Creo que el destino es un invento nuestro para creer que las cosas que hacemos, tienen sentido de alguna manera.

Mientras tanto, el café estaba siendo demasiado revuelto. Aquel no habia parado un segundo de batirlo.
-Y qué culpa tiene tu café de que no creas en el destino?
Ninguna, ¿Por?
- Pareciera ponerte nervioso que hables en hipótesis. Que es un invento, y que creemos en ello para justificarnos nuestra manera de actuar... esas cosas que estabas diciendo.

Se armó un silencio que habrá sido de un minuto entero. Un minuto que parecieron horas. El miraba su taza (ya había dejado de revolverla tanto) para tornarse un poco más contemplativo. Miraba su café y pensaba, vaya a saber uno en qué. Luego de la pausa, me dijo:
Tenés razón. Me pone nervioso suponer tanto. Ver las cosas de lejos. Y me pone mas nervioso aún pensar que existe un destino para reconfortarme. Que si hago algo bien, mañana me va a volver algo bueno, y viceversa también. La gente que cree en el destino se escuda de eso. De que hay un mañana karmatico, y todos esos yuyos. Yo no lo creo asi, el tiempo para todo es hoy. No hay mañana que valga para las cosas que hiciste. 
Luego de esta respuesta, fui yo la que quedó un poco callada. Pensando en la vida, y en todo lo que uno cree, que con los años suele disolverse como el sobrecito de alikal cuando tenés resaca. Así, instanáneamente, se disuelven algunas de las creencias que tenemos. Hasta esas que nos enaltecen y nos hacen “mejores” personas.
Sabés que? Friamente, tenes razón. Pero es lindo creer en el destino. Yo por eso decido creer, decido tener la esperanza de que todo tiene su porqué en la vida. Estoy en un momento en que elijo creer en el destino. Sino, ¿qué sentido tiene?
- Vivirla. Ese es el sentido. No pensar tanto en los porqués. Hay muchas cosas que se hacen sin esperar nada a cambio, ¿Sabés? Hay cosas que son la recompensa en sí misma.