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domingo, 6 de octubre de 2019

Baúl

Quien diría que la vida es un baúl sin fondo...
Uno abre la tapa, y tira, y tira, pensando que  guarda, cuando en realidad no es así.
Uno tira confiando que al tiempo va a abrirlo, y va a encontrar todas esas cosas que dejó ahí, inmaculadas como al momento en que decidió guardarlas. Pero no. 
Uno abre y además de estornudar de tanto polvo, mira para todos lados, pero no las ve. Mira los bordes, las grietas, pero no las logra ver.
Porque uno de repente las encuentra -atrás del cachivacherío y con plumero en mano- pero esas cosas, tan cambiadas, tan marchitas, ya no son las mismas que fueron alguna vez. Y por ende, es como si no estuvieran... cómo si se hubieran ido a otro lado.
Maldito tiempo, que hace y deshace a desmedro, que agujerea baúles de cedro y de las maderas más fuertes que existen. 
Maldito tiempo. Voy a tener que cerrar con llave el baúl para no guardar más de la cuenta, para que no te lleves más de lo que quiero.
Para que no te me escapes. No quiero más agujeros.