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miércoles, 24 de abril de 2013

Brindo por las veces que perdimos las mismas batallas


Si fuera invisible algún día,
me inventaría la forma de poder encontrarte,
sentarme en tu casa a esperarte
a ver como reaccionas un día cualquiera sin verme

Me quedaría apoyada en la mesa,
mirando el paisaje por tu ventana
disparando de vez en cuando la mirada
al par de fotos viejas de tu pared

Aparecerías.
Sonreiría.
Si fueses para mí,
también lo harías.

Ya que para mi fuiste de esas personas
imaginables, hasta tocables
aunque ni pudiera verte. Ni sentirte,
Y te tuviera a kilómetros de distancia
[Lamentablemente, sentía igual

Ya me doy cuenta que nada es lo mismo
Que aparezco,
y no sonrío.
Que me es hasta indiferente,
si vos respondés igual

Que las agujas del reloj giraron
hacia adelante
Y me llevaron con ellas,

Que el amor es cruel cuando te encuentra
te encierra en un viaje de ida y vuelta
que termina siempre,
en el mismo lugar donde empezó.

Pero que esta vez, es diferente.
Cambia el autor, cambia la casa,
la ventana, la mesa,
y hasta el mismo paisaje.

Ya no me siento esa extraña en la casa
Esa invitada no invitada,
Ni veo la necesidad de esconderme
de eso que llaman amor.

Me hago invisible mil veces
Y mil y una apareces vos.
Reaparecemos juntos en otro mundo
en el cual, todo es invisible

Menos nosotros dos.



lunes, 8 de abril de 2013

Atajos



y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.



Hay ciertas dosis de locura que uno lleva escondidas en el alma, que por nada del mundo se debería animar a tocar. Porque uno sabe que toca, y automáticamente, se enciende.

A su vez, se prende cada una de las alarmas que lleva dentro de sí, para alertarle al mundo de su insensatez. No está bueno que se enteren de lo loco que está uno, no por el hecho de quedar como un estúpido, sino porque  uno tampoco quiere compartir su locura. De bien egoísta, quiere tener esa parte para sí mismo nada más. Justamente eso que tanto lo enloquece, que le hace salir de su mundo -o, mejor dicho- que lo hace encontrarse con lo que de verdad es.

Resulta que a nadie le gusta conocerse del todo. 
A mí menos, llevo años tratándolo de hacer y cada vez me encuentro más diferente.


Eso se lo debo a todas las locuras que tuve que vivir. No me quejo.