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martes, 14 de octubre de 2014

Confesiones II. Cajones

Todos tenemos algún rincón escondido dentro nuestro, algún cajón de nuestra repisa que todavía no se abrió. Intentamos guardarlo, dejar que agarre polvo y que se estanque allí donde se quedó. Pero cuando lo abrimos, ¡Pa, qué olor a encerrado! Ahí dejamos que se ventilen esos recuerdos oxidados, y la verdad... a veces duelen. A veces pegan donde no deberían pegar. Y aunque los guardes de nuevo, el olor a viejo te queda en el cuarto

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