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jueves, 3 de enero de 2019

De plástico

Quisiera ser de plástico a veces. De ese plástico duro, cuarteado, que por más golpes que tenga sigue ahí, sin degradarse. Ese plástico tan porquería que ni siquiera es biodegradable, que nace para no morir, flotando inerte en esta sociedad donde todos se creen vivos.
A veces quisiera ser de ese plástico impermeable, al que no le pasa el agua, ni los líquidos. Ese al que le tirás de todo y sigue ahí, para joder, intacto. O de ese plástico de las impresoras tres dé, que amolda lo que se le da la gana, desde una manzana (igualita a la de la feria) hasta un arma, con balas y todo. Tan bueno por fuera y sin embargo, que sigue siendo ese plástico de mierda, que por más parecido que sea no remplaza al original.
A veces quisiera ser de plástico sí. Y simular ser algo que al final de cuentas, no soy; o para que el agua (y todo lo que me tiren) me resbale; o para que (por qué no?) no me afecte tanto lo de afuera. A veces estaría bueno ser de plástico para no sentir, para que no duelan ciertas cosas, para simplemente existir, sin tanto cuento.

Pero resulta que no, que no soy de plástico. Para tu desgracia, y la mía, soy una mina de verdad. Que la pinchás apenas y le duele, que se corta y sangra, que llora, patalea, se queja y se ríe. Y que con suerte, lo único que tiene de plástico en su casa son las bolsas del super, guardadas en la cocina.

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