Volví a mi mundo interno, a esto de darme el gusto de guardarme lo que pienso.
Poca gente merece saber lo que hay en la cabeza de uno, y menos gente -todavía- con buenas intenciones al respecto.
Y me encanta, que se rompan las tripas tratando de saberlo! Y si no les importa, mejor. No gastan energías (y yo tampoco me gasto).
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