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miércoles, 8 de junio de 2016

Raíz.


Ya lo sabemos,
si pensamos en que algún día pueda crecer algún brote bueno en nuestro jardín,
si acaso queremos que nuestros árboles se luzcan no sólo por sus hojas, sino también por sus frutos,
y si nos tomamos el tiempo, la suerte, y la vida de pensar que queremos cosechar algo de lo que den...
es necesario tener una buena tierra.

Las tierras buenas no las tienen los novatos, ni tierras buenas son las tierras vírgenes. La buena tierra es aquella que ya ha pasado por varios cultivos, y sabe cual es aquel cultivo que la hace florecer más. Esa tierra conoce de plantas, no todas le quedan bien. Algunas, por más agua y sol que han recibido, no se han dignado a crecer ni un poco. Pero no es culpa de la planta en sí, menos aún de la semilla. La tierra no tiene que culpar a las semillas que no han podido cosechar nada; después de todo, el hecho de que florezcan es la suma de varias cosas; la semilla, la tierra, el sol, y el agua. Un todo que puede ser exitoso, de manera natural y sin esfuerzos; o que puede ser un desastre, haciendo todo lo que estaba al alcance de tu mano para cuidarlo.

Lo único que sé, es que cuando una planta muere, no la podés dejar ahí... menos esperar a que algún día crezca. Esa planta tiene sus raíces muertas y lo muerto nunca es compatible con la vida. Las buenas tierras saben que no pueden esperar flores de una semilla que ni siquiera ha prendido. Que ni siquiera germinó totalmente. Que sacó un par de brotes, tímidos y holgazanes que se hundieron con tanta agua. Y que eso, en esta tierra, no sirve de nada.

Cuando una planta muere, hay que sacarla de raíz. La tierra tiene que quedar limpia. No porque uno quiera poner una semilla en el hueco que se dejó, sino porque las buenas tierras se están constantemente sembrando de múltiples flores y plantas hermosas. Y la tierra tiene que estar limpia para que puedan crecer.

Hoy corté la raíz.

domingo, 5 de junio de 2016

Sin importar consecuencias de ser así




Extraño el fotolog. La época fotolog, la adolescencia. Subir fotos espantosas de dos megapíxeles sacadas con el motorola, sin molestarme por lo que comenten. El ir de frente, sin importar consecuencias. Tirarme a la piscina, antes de ver si estaba llena. El arriesgar, sin pensar en balancear tanto. 
Los años te enseñan a ir moderándote, para que las caídas duelan menos. Pero... acaso las subidas son tan reconfortantes? No, no lo son. Aprendemos con los años a callarnos la boca, a no dejarnos llevar por nuestros impulsos, a aferrarnos a cosas que no nos importan, a no sobresalir de la multitud. A ser un numerito más, igualito al de al lado, día tras día, año tras año. De qué estamos hechos? Acaso somos de plomo? 
La mayoría de la gente se olvida que tiene un corazón bombeando sangre, y que tienen esa sangre corriendo por sus venas. Que viven... 
Que tienen pensamientos, sentimientos y razones, y que no es un delito que las suyas sean distintas a las de los demás. 
Todos tenemos razones por las que vivir, y nunca son colectivas. Raramente suelen coincidir con las del resto. Eso me dice mi "yo" de 13 años, fanática de Blink 182, yendo a su primer día de liceo con la mochila, pins y cartuchera de su banda favorita a un liceo cheto. Eso me recuerda, que no me olvide de cuando fue lo que ama, importándole un carajo el resto.

Y no me voy a olvidar. Jamás.
Cabeza y corazón para actuar;
pero siempre con el corazón ganando -por goleada-.

sábado, 4 de junio de 2016

La culpa es de uno

Quiza fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algun modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido

todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron

hasta aqui habia hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aqui habia apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor

con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahi nomas lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha

creo que tenes razon
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo

hace mucho muchisimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno

ahora estoy solo
francamente
solo

siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado

antes de regresar
a mis lobregos cuarteles de invierno

con los ojos bien secos
por si acaso

miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.



Los poemas tienen su momento justo de llegada. Podes leerlos cientos de veces, pero de todas ellas, siempre hay una primera vez (que no tiene que coincidir con la primera vez que lo leas), que es la que te cala hasta los huesos. Hoy fue esa primera vez con este poema de Mario Benedetti.
Siempre fue un poema hermoso, pero hoy más aún.
Porque hoy lo pude sentir...