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miércoles, 27 de julio de 2022

Vacío existencial


Hacia muchos años que no me daba el lujo de tenerlo. De llamarlo y decirle, “che, vacío existencial, veni que quiero verte”.

Porque es así… uno lo llama.

La gente como yo, lo llama y provoca constantemente, pero llega solo en momentos donde se genera el ocio, donde aparece tiempo de calidad (que uno podría usar para un sinfín de cuestiones), pero que lo usa para pensar.

Si, para pensar.

Terminé la carrera y zas! El boom del fin, los festejos, las felicitaciones y ahí apareció el muy hijo de puta.

“Holis!“ Me dijo el vacío existencial. “Como te va tanto tiempo, loqui? Hacia años no te dabas el lujo de poner la cabeza en blanco, verdad?”

Y ahí se te hace una especie de hoyo negro en la cabeza que te hace preguntarte pa que carajo estás acá -a cada rato- y te hace revalorar cada uno de los vínculos, relaciones, e interacciones tenes con la gente y con tu entorno, en general. Te hace pensar en la cantidad de cosas que hiciste así nomás por poner el piloto automático, también te hace felicitarte por las que elegiste, milagrosamente, bien; y te permite abrir los ojos, con las que elegiste para la mona.

No en vano, un ex una vuelta me dijo que no veía mis propios problemas porque estaba mucho tiempo tratando de ver y solucionar los problemas de otros.

Verdad! Tenía razón. Ese me conoció.

Nunca ves los problemas hasta que se vacía lo rutinario, hasta que dejas a un lado los problemas del trabajo y de tus padres, de tus amigos, y de tu entorno; y no terminas de ver -realmente- las cosas, hasta que no estás en blanco.

Sin preocupaciones por el trabajo

Sin estrés por el estudio

Con tiempo de de pensar y hacer

(Pero hacer qué?)

Te das de jeta a vínculos también vacíos, que sostuvo tu irresponsabilidad de estar ocupada y no verlos realmente.

Te das de jeta a cosas que no te gustan realmente, y te fumaste sin realmente quererlas.

Y te enfrentas, finalmente, contigo misma preguntándote si este es el camino correcto.


Lo lindo que aprendí de los años, de escribir y ver cómo pensé y cómo pienso, es lo mismo que aprendí de los libros (que amaba) en la escuela que se llamaban “elige tu propia aventura”.


Todo cambia.

Y siempre hay posibilidades de trazar otros caminos, y múltiples finales en una misma historia.


Sea de esos libros, o de la vida de lo que habla todo esto, aplica.

Maravillosamente bien, aplica.