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sábado, 14 de enero de 2017

1, 2, 3, 4

Y no entendías por qué, pero esta semana el corazón le había ganado por goleada a la cabeza. El cerebro no se dignó a pensar en los momentos más oportunos, y había dejado al corazón latente a que hiciera lo que quisiera.
Creías en tanto y en tan poco al mismo tiempo, que era inentendible la causa exacta.
"El corazón tiene razones que la razón no entendera", dicen.

Después pensabas en las mujeres de negro, en lo más grave, en esas mujeres que son golpeadas físicamente, verbalmente, moralmente. En eso que ves todos los días en tu laburo, en esas mujetes que salen y deciden reincidir en la violencia. En terminar con un violento para al mes estar con otro, y todo así.
Puedo jurar que yo, en mis mismos pies, también dije "Pero son taradas? Tienen oportunidad de salir de lo malo y vuelven a lo mismo?". Y que mal que estuve, que prejuiciosa que fui.

Hasta en las situaciones más leves, uno depende de que tan bien maneje la soledad... y sobre todo, la libertad.
Como se supone que vueles, si te dan alas y no las sabés usar? Evidentemente, al razonar podemos pensar que es cuestión de remontarlas para que le den vuelo... pero la razón es vulnerable al corazón.
Despues de vivir situaciones al filo de ser violentas, de tener un pasado en el que intentaron rasquetear hasta la ultima gota de amor propio que tuve, claro está. Uno queda vulnerable.

Y se le dan unas alas semejantes y hermosas, para volar al cielo que se le de la gana... puede pretender saber usarlas.
Pero en verdad, no sabe. Y se equivoca. Lo unico que sabe "usar" bien es la sinceridad, ya que no puede mentir, porque las verdades salen de sus ojos como algo guardado a presión.
Y la sinceridad no sabe ir de la mano con lo estático, ni con lo estable, si habla con el corazón..

jueves, 12 de enero de 2017

Creer

Hacía tiempo que la impotencia no me ganaba.
El hecho de verme destruída por mis dichos, y mis enojos tan inoportunos, por el hecho de ser cruelmente sincera con lo que siento.
Hay veces que amo lo transpaente que soy, otras que lo detesto.
Odio que me subestimen, y que ante un argumento sostenido como una casa de cartas en pleno viento, quieran tirarlo. Deshacerlo. Y que ni el rastro de las cartas queden en la vuelta.
Me enojo por algo que se dice, y odio que se haga, y creo en lo que escucho.
Luego, tiro mi orgullo y lo descreo. Porque uno ama y hace eso... cree en lo que ama. Cree a pesar de todo y no necesita indicios para sostenerlo.
Cree, deja de dudar.
Pero me duele, y muchisimo... que luego de creer, duden de mi palabra.
Duden de mi oído, de hacerme entender que escuché mal y que practicamente fue todo un lío que me inventé, porque sí. Como si así lo hubiese querido.
Digo que creo, creo casi que de manera ciega cuando amo. Pero que crean en mí, que no quieran descoser toda la base del argumento lógico que construí. Porque además de que no tendría sustento creer en algo que a fin de cuentas no existió nunca, no tendría sustento hablarlo, ni hubiese tenido sentido todas las lagrimas derramadas ni el enojo, ni nada.
Ni siquiera estas líneas.

Me hace sentir una imbécil, que por cierto, no soy. Odio el desencuentro, jamás lo buscaría para la gracia.