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martes, 25 de octubre de 2022

Agosto 12, 2022. El Fantasma

El fantasma de al lado me insiste, y yo escéptica, le digo que no creo en el, ni en los fantasmas. Pero va, y toca la puerta, para encontrarme igual. Ya ni aparece asustando, ni estrepitosamente, sino que lo hace siendo educado. 

Cortés. 

Me habla de sus recorridos asustando a la gente, de su vida debajo de las sábanas, de cómo ve el mundo con sus ojos espeluznantes. De cómo busca víctimas en las noches, para asustar, cuando -sin embargo-, el asustado es él. 

Y uno se espera un susto, o por lo menos poder sacarse el hipo, pero no. A mi me toca la puerta, me pone otros ojos, me viene a hablar. Conmigo no busca una victima, sino un oído. Alguien que por fin lo escuche, simplemente por escucharle.

Si lo pienso, nunca creí en los fantasmas porque no creería en seres que están hechos con el único fin de asustar a otros. Nunca creí, de hecho, porque no entendía el propósito de asustar porque si… hasta que lo entendí.

El fantasma asusta, porque está asustado, como una suerte de contragolpe. Una forma de evitar el dolor: hacer que al otro le duela antes para evitar su propio dolor.

Me dijo que se cansó de que lo juzguen, que siempre creen lo mismo de él, y cómo los sustos ya son casi que mecánicos, prácticamente no tiene sentido asustar.

Me dijo que ve vacía su vida de susto en susto, y yo, aunque seguí con mi escepticismo, le dije que lo entendía. 

Que mi vida también estaba llena de gente vacía, que no escucha un carajo nada. Que si es de sustos, la gente me asusta más que los propios fantasmas.

El se río. 

Yo le dije que, tan escéptica que soy, después de todo, terminé -tambien- siendo un poco fantasma.