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jueves, 6 de diciembre de 2018

Renaceres

Señales para renacer, sí las hay.
Hoy fue una, el día entero fue una. Llegué al fondo de la caída, de esa curva cuesta abajo... ahora solo queda subir.
Hoy decido dejar eso de dejarme para después.
De estar siempre después que los demás.

Toda la vida he pensado más en los demás que en mí. Mil veces he querido cambiarlo, y no he podido. Las formas en que me he angustiado por el hecho de no cumplir con sus expectativas? Miles.
Los errores más jodidos de mi vida probablemente hayan sido por eso. Por no ponerme en el lugar que tengo que ir.
Lamentos de amigos, familia, personas que no están... siempre pensando en qué carajo hago mal, ya no. Ellos también tienen la oportunidad de venir.
La vida siempre tiene dos caras, dos campanas. Siempre hay un contrapeso del otro lado. Por qué insistimos en ponernos toda la carga cuando no siempre toda es nuestra?

Hoy, 6 de diciembre de 2018, empiezo a amarme.
De verdad, con uñas y dientes como he amado al resto cuando creí que lo merecía (y a veces ni eso).
A amarme incondicionalmente, a dejar todo en la cancha por ser un poquito mejor que ayer.
A compararme conmigo, y no con el resto. Los de afuera son de palo, (cosa que nunca aprendo), pero créanme... la voy a aprender.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Maldita perfección

La verdadera perfección es imperfecta, me dijeron. Y sí, como esas cuentas de matemáticas del liceo, que simplificando y sustituyendo llegabas a un resultado, de una ecuación casi ininteligible, la perfección es así.
Muchos dicen que la perfección no existe, pero es mentira. Todos tenemos conceptos distintos de lo que es. Lo que es una amistad perfecta, un amor perfecto, un trabajo perfecto... una vida perfecta, para mi puede ser una cosa totalmente distinta al del otro.
Para mí puede ser algo mucho más simple, puede que pensar en una sinceridad cierta, y en sentimientos verdaderos, sea la perfección para mí en ciertos puntos. Para otro quizás la vida perfecta la encuentra pudiendo comprar un pent-house en Punta del Este. Y listo, ahí al costado de su solarium encuentra la felicidad, la perfección, ese zénit. 
Yo no juzgo, eh. Cada cual sabe lo que lo llena, y por algo es. 
Cuestión que la perfección va en gustos y preferencias, cosas que uno vivió y vive, que sintió y siente. Y sí, si bien uno se hace idea de lo que es perfecto, de lo que es esa felicidad tan grande para uno... podemos decir que es alcanzable; pero bastante efimera a la vez.

Como esas reglas para nivelar, donde la burbuja de líquido tiene que estar en cierto punto para poder medir el nivel... la perfección es eso. La felicidad es eso. Va de un lado al otro, pero,
¡Qué cosa difícil lograr que la burbuja esté exactamente en el medio!

Ese punto, minúsculo, entre los extremos de la barra, es esa perfección. En la vida la pasamos mil veces por al lado y capaz que no nos damos cuenta. Lo difícil es detenerse.

Error gigante del humano, y por eso no conoce la perfección: no sabe parar a tiempo a apreciar lo que  realmente lo vale. 

domingo, 7 de octubre de 2018

Desti(no).

Para cuando vaya cumpliendo mis metas. 
Quiero no olvidar nunca quien fui, 
y quien no debo ser.

Que es el destino? Te pregunté. 
Me mirás, revolvés tu café. Te quedas pensando y mirando hacia arriba unos segundos. Volvés a revolver el café.
Yo que sé que es. Es eso que creemos que debería pasarnos. Como si la vida tuviera la balanza de la justicia para todo el mundo. Creo que el destino es un invento nuestro para creer que las cosas que hacemos, tienen sentido de alguna manera.

Mientras tanto, el café estaba siendo demasiado revuelto. Aquel no habia parado un segundo de batirlo.
-Y qué culpa tiene tu café de que no creas en el destino?
Ninguna, ¿Por?
- Pareciera ponerte nervioso que hables en hipótesis. Que es un invento, y que creemos en ello para justificarnos nuestra manera de actuar... esas cosas que estabas diciendo.

Se armó un silencio que habrá sido de un minuto entero. Un minuto que parecieron horas. El miraba su taza (ya había dejado de revolverla tanto) para tornarse un poco más contemplativo. Miraba su café y pensaba, vaya a saber uno en qué. Luego de la pausa, me dijo:
Tenés razón. Me pone nervioso suponer tanto. Ver las cosas de lejos. Y me pone mas nervioso aún pensar que existe un destino para reconfortarme. Que si hago algo bien, mañana me va a volver algo bueno, y viceversa también. La gente que cree en el destino se escuda de eso. De que hay un mañana karmatico, y todos esos yuyos. Yo no lo creo asi, el tiempo para todo es hoy. No hay mañana que valga para las cosas que hiciste. 
Luego de esta respuesta, fui yo la que quedó un poco callada. Pensando en la vida, y en todo lo que uno cree, que con los años suele disolverse como el sobrecito de alikal cuando tenés resaca. Así, instanáneamente, se disuelven algunas de las creencias que tenemos. Hasta esas que nos enaltecen y nos hacen “mejores” personas.
Sabés que? Friamente, tenes razón. Pero es lindo creer en el destino. Yo por eso decido creer, decido tener la esperanza de que todo tiene su porqué en la vida. Estoy en un momento en que elijo creer en el destino. Sino, ¿qué sentido tiene?
- Vivirla. Ese es el sentido. No pensar tanto en los porqués. Hay muchas cosas que se hacen sin esperar nada a cambio, ¿Sabés? Hay cosas que son la recompensa en sí misma.

viernes, 31 de agosto de 2018

Home is such a lonely place

Hoy me vuelvo a sentir la adolescente de 13 años encerrada en su cuarto, escuchando música, sin entender el mundo. Hoy estoy teniendo tiempo de escuchar los discos “nuevos” de mi banda favorita de entonces, cosa que negué y empolvé durante estos años.
Que lindo reencontrarme.
Hola, perdida. Sos más linda cuando dejás a tu cabeza soñar sin encasillarla tanto. Tantos porqués, tanto buscar explicaciones... a veces simplemente no las hay.
La vida es compleja, eh. Caminos que se desvían, metas que se presentan con un montón de barreras, cosas que a simple vista parecen transparentes, cuando en realidad no lo son. Momentos y momentos, de encuentros y desencuentros, de casualidades y causalidades. De creer en el destino o de apegarse a los hechos... de todo hay en la vida. Millones de “casi” y millones de “peros”, sin justificativo alguno.  Como digo, vivir es complejo. Pero la vida es hermosa.

viernes, 8 de junio de 2018

Estar reluciente

El "capachito" más grande de la historia
(No es tarde si estás vivo)

Fernando se sentó en la cama cuarenta y cinco segundos antes de que el despertador sonara, como todos los días. En la silla que va de costeleta trancando la puerta lo esperaban los pantalones grises, la chombita con el nombre de su jefe (Misma persona que ayer antes de salir lo hizo llorar) un "par" de medias (y las comillas van porque a pesar de ser las dos marrones son de diferentes pares, pero qué importa... nadie sabe siquiera que se llama Fernando, van a notar acaso sus medias?), los zapatos lustrados horas antes, y una campera de polar medio arruinada. 

Se puso todo como correspondía, se lavó los dientes, la cara... y cuando tocó secarse se vió al espejo: Se vió y no se reconoció, incluso se mareó un poco... Y pensó que por ahí era algún efecto secundario del somnífero ya que anoche no cenó muy bien. Pero había algo más, no encontraba su cara en el espejo, ése no era él, ése no.

¿Qué me pasa? Dijo en voz alta, vive solo y si no habla él no hay más que escuchar. Siguió parado frente al espejo, con la boca limpia y la cara reluciente... y fría, y rota. "¿Qué me pasa?" Repetía aproximadamente cada siete segundos aumentando la voz. 

Y recordó:

Cuando tenía veintidós, en el cumple de Lean, después de unas cuántas sangrías y cervezas baratas; cuando todos ya estaban concentrando para la filosofía de los viernes... puso el vaso sobre la mesa con furia, se acordó de su viejo, y dijo: 

"Muchachos, he tomado una decisión. Y necesito, me urge, que me obliguen a cumplirla. Si el día de mañana me ven automatizado trabajando para gente de mierda, si me ven opaco, si ven que no cumplo esto... les dejo hacer de mí el "capachito" más grande de la historia." 

Todos lo miraron, algunos serios, otros se reían, otros medio borrachos no entendían. 

Saltó Franco: "Dale pelotudo qué te pasa, a ver qué vas a decir". 

Fernando se paró, como pudo, y dijo: 

"Tengo que ser pasajero, en cada pedazo de tierra que pise, si me muero antes de conocer el mundo... me mato. Tengo que salir de esta casa hoy e ir a buscar a Isa, tengo que decirle que soy un pelotudo y que la amo. Tengo que llegar a casa, despertar a mi viejo, y decirle gracias y decirle perdón y decirle que lo amo también. Tengo que acordarme de este bardito mañana al despertar, y si me olvido... Hágame acordar".

Los pibes se cargaron de risa, pero brindaron por lo mismo. Chocaron los vasos ya de madrugada con los restos de vino tibio. Fernando se paró y fue al baño, la idea era echarse una meadita, pero cuando entró al baño se vió en el espejo... reluciente, borracho y reluciente. Se le empañaron los ojos, se sentía bien. Hizo lo suyo, humedeció las mangas con los lagrimales y salió de ese baño para siempre.

Hoy Fernando tiene treinta y nueve años, un trabajo estable y... y no, y nada más. Hoy Fernando se miró al espejo otra vez después de diecisiete años, y no se encontró. Cayó redondo al suelo. A los pibes se los llevó el tiempo, nunca se animó a decirle un carajo a Isa, su papá falleció el cuatro de noviembre y nunca pudo decirle ninguna de esas tres cosas: "Gracias, perdón, Te Amo". Ya no estaba solo empañado, estaba totalmente bañado en moco y lágrima, al lado del inodoro, con el agua de la canilla abierta. Algo lo golpeó, una fuerza bruta... extrema, era como si estuviese viviendo "El capachito más grande de la historia" pero solo. Llevaba ya quince minutos de retraso en el trabajo, después de ocho años, primera vez demorado. Cazó el teléfono y publicó un aviso, "Se vende monoambiente. Precio negociable. Con urgencia" Vendió todo, hasta las medias de diferente par, hasta la silla que lo esperaba por la mañana, incluso el mismo teléfono desde el cual publicó todos sus "bienes". Vendió todo, compró los pasajes y se fue a girar. El primer lugar que eligió para ser un pasajero más fue el Parque Tayrona, en Colombia. Llegó con su mochila, con cuatro chirimbolos, miró al cielo y dijo: Gracias, perdón, Te Amo.

Nunca es tarde para sacudirse la anestesia.


Maru Leone

martes, 5 de junio de 2018

El tiempo cambia a la gente?

Me saltó un recuerdo de facebook de hace 8 años atrás. Una canción de miranda, de uno de los mejores discos que tuvieron, el de “es mentira”.
Hoy, 8 años después pienso igual.
Hace 8 años atrás tenía MSN, y mi nick decía Flor, con las letras de colores, con una rosa al lado, y la foto en blanco y negro. Y hoy, casi una decada después, con otro tipo de redes... sigo igual. 
La misma rosa. Las mismas canciones. Y si pudiera, los mismos colores en las letras. 
Me siguen gustando las fotos en blanco y negro.
Estoy tan igual que doy asco.

Hace 8 años atras, probablemente estuviera desvelada en mi cuarto, sin poder dormirme, pensando en todo y a la vez en nada. Sigo igual. Inquietamente dispersa. Siempre pensando en alternativas para mejorar las cosas, siempre pensando en algo, enchufada a 220 en la cabeza.

Me busqué todos estos años. Sigo sin encontrarme. 
Siempre digo que estoy mas cerca de encontrarme, pero en realidad no lo sé. Capaz estoy mas lejos. 
Estoy en un quiebre. Me pregunto por todo lo que está a mi alrededor. Me pregunto si esta correcto el camino en el que voy, y si tendría sentido para la niña que fui alguna vez.
Nunca tuvieron miedo de decepcionar a su niño interior? Yo no se si esa niña quería ser escribana. Si quería estar en este camino tan lleno de frialdad. Estoy segura que esa niña me pegaría un par de cachetazos si supiera que no seguí el IPA por miedos a no poder llegar a algo, que a fin de cuentas, quizas no quiera ser. 
La vida a veces te baraja las cartas de forma misteriosa. 

martes, 27 de marzo de 2018

domingo, 18 de marzo de 2018

Rotten apple

Quererse, es una cuestion dificil a veces.
Es querer tus partes lindas, y tambien las defectuosas. Es como cortarte en mil pedazos, y al rearmarte, saber que unos no encajan (pero los tenes que encajar igual)
Es como comprar un kilo de manzanas, sabiendo que algunas van a venir podridas de antemano. 

Porque si, quererse no es facil. Aceptar los defectos no es facil. 
Pero es lo mejor que te puede pasar aprender a vivir de la mejor manera con ellos.
Nadie le va a dar a uno otra cara, otro cuerpo, otra alma. Con eso nacemos y nos morimos, y ya esta.
Pero no es lo mismo si uno se estanca, y deja que lo que esta en mal estado, se termine de pudrir. No es lo mismo aprovechar esas manzanas abolladas, o esas bananas machucadas para un licuado, que dejarlas ahi pudriendo al resto. 
Uno decide que hacer con sus frutas maduras. Uno decide... siempre decide. 

Y el hecho de dejarse estar, o impulsarse a ser mejor, también es una decisión. 


sábado, 3 de marzo de 2018

Azar

Que tanto hay que creer en las casualidades? En las coincidencias?
Yo no creo en el total azar, ni siquiera en el casino.
Las cosas no suceden porque sí.
La vida siempre se te trastoca e inflexiona en el punto que tenes que aprender algo.
Que será?

martes, 23 de enero de 2018

Lata de atún

(Lo comparto porque está excelente. Aplicable para múltiples ámbitos de la vida)

La puta costumbre de estirar el final de una historia cuando ya está terminada hace rato. Aguantar es más doloroso que terminar pero es más fácil.
Hay que tener huevos para tirar una lata de atún antes de la fecha de vencimiento, aún sabiendo que no te la vas a comer. Antes de tirarla, esperás que se te pudra. Sabés que no la vas a comer, porque ya te asqueaste del atún, pero no es suficiente. Antes de tirarla la necesitás podrida. Vencida. Como garantía que aguantaste hasta el último día para ver si te la comías. Hiciste todo lo posible antes de verla en el tacho de basura. Todo. No, corazón. La cosa es al revés. Hay que bancarse tirarla cuando aún se puede comer.
Mi amiga me dijo, un día, que me sacara el palo del culo de una buena vez. Yo sé que la metáfora es un espanto. Pero bancame en ésta que te lo explico un poco.
Uno se acostumbra a vivir mal. No sólo se acostumbra. A veces hasta te gusta. Colaborás y te lo vas acomodando. Al palo, claro. Repetís la tragedia de tu cara todas las mañanas de tu vida. Te levantás a seguir siendo infeliz. Es una decisión tomada e inamovible.
Vivir con un palo en el culo duele. Sacártelo también. No cualquiera puede. No cualquiera quiere. Tenés que bancarte ese dolor. Porque una vez que te acostumbraste y te lo acomodaste a tu medida, creés que es una extensión de tu cuerpo y ni lo sentís. Sí, sacártelo es mucho peor. Porque es inevitable el dolor. Lo sabés. Sabés que te va a doler. Sabés que vas a tener que aprender a sentarte de otra manera. A caminar distinto.
Algo te vas a tener que amputar. Y amputar duele. Cortar lazos, duele. Irte, duele. Renunciar, duele. Decir basta, duele. Ver con ojos nuevos, duele.
Así que basta. Agarrá esa media docena de latas de atún que tenés en la alacena y tiralas a la mierda, sin fijarte cuándo vencen. Qué te importa? A vos hace rato que el atún no te gusta. Te acostumbraste a comerlo porque la tarta la hacés en dos patadas. Fácil. Siempre lo fácil. Ya no importa si está rica. Que sea fácil.
Respecto al palo, ya sabés. Sacateló, carajo. Y si te duele, bancatelá.

Lorena Pronsky
( Pagina “Curame”)

lunes, 8 de enero de 2018

Autoestima

Las personas con autoestima baja sabrán entenderme. Esas que se disfrazan, para que los otros no se den cuenta, y las demás también. Se que hay distintos grados, que algunos vivirán mas tiempo tumbados en el suelo, y otros vivirán mas tiempo disimulandola. Riendo, haciendo que no está, pero a fin de cuentas sigue ahí. Arañandote con la inseguridad, y la desconfianza.
No sé por qué crecí así, o que me hizo así, con una autoestima tan baja, dudando tanto de mis cualidades. Creo que de mis defectos, es el que más me detiene a crecer.
Durante mi adolescencia era bajísima, con el tiempo se fue moderando, pero sigue molestandome. Por más flaca, linda, y exitosa que me encuentre, siempre hay un resquicio de mi que me dice que no soy suficiente.
No puedo describir el sentimiento de insuficiencia, pero puedo asegurar que es espantoso. Cuando la cáscara -fina- de la seguridad se rompe, aparece con todas sus fuerzas. Me hace sentir que ni siquiera con todo el esfuerzo del mundo logro ser lo que se necesita. El mundo lo hace sentir a uno asi, un poco descartable, y la sociedad en parte lo aprueba. Yo creo en los sentimientos impermeables, en esos amores a prueba de balas, y en ese sentir firme. Pero yo soy permeable. Yo me caigo por algo, y todo el resto se cae conmigo. Caigo tan bajo que hasta hago un agujero en el piso, y es dificil pararse desde ahí. Simular que no pasó nada, sonreir, hacer como que a uno no le afecta.. eso es para los campeones. Yo soy una principiante; intento pararme, y me resbalo. Me siento menos, y se me nota. Y eso que se como a uno lo tratan cuando está en el piso (de la peor manera, evidentemente, porque eso es lo que uno atrae), pero en el momento que te sentis para la mierda ni lo pensás. Sos incapaz de poder ver la situación de afuera, de contestar de manera coherente, y de decir alguna palabra sin dejar de llorar.

Envidio (de buena manera) a los que saben lo que valen, sin importar lo que les digan. A los que se quieren como son, a los que reparten esa confianza por ahí. Son lo más lindo que hay.
Capaz que algún día tengo la suerte de estar en sus pies, de saber lo que se siente quererse todos los días y no solo algunos, y que se quieran fuerte, pese a todo pronóstico.