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jueves, 7 de julio de 2016

Querido amor:

Esta es una carta poco convencional para mí. No va dirigida a nadie, ni está inspirada en nadie, pero sentí la necesidad de escribirla. Muchas veces he sentido que mi vida es un tanto matemática en cuanto a las acciones y al karma. Todo lo que he dado, malo o bueno, me ha vuelto, sin cesar. Una situación atrás de la otra, como un dominó. Esto, generando una especie de sube y baja de emociones, estando abajo (queriendo estar arriba); estando arriba (sabiendo lo que es estar abajo). Pero lo que he sentido de la vida es que nunca me ha devuelto un equilibrio. Tanto subir y bajar sin sentido, sin entender su porqué. 
Fueron muchas las veces que me pregunté... y para qué tanto vértigo?
Me he convencido que sentir ilimitadamente era la respuesta, pero no lo es. Hoy, es que me di cuenta que no.
Querido amor, te he encasillado tantas veces, tantas que me he cansado. Te he querido etiquetar, y seleccioné a los muchachos de los que tuve la suerte y "suerte" de enamorarme, como quien elige un par de tomates suculentos y brillosos en la feria. Pero bien sabemos, el amor tiene múltiples aristas, y podemos saber que ese par de tomates a la vista estén hermosos, y por dentro sean ricos, o asquerosos; o cabe la posibilidad que estén pudriéndose. Hay tanto, tanto para ver... que no dan los ojos, ni los sentidos.
Querido amor, cometí el peor de los errores, me olvide de lo clave, de lo dulce, de lo más dulce:
Al amor no lo elegís; es el amor que te elige a vos.
Que te flecha irremediablemente, atravesándote de lado a lado, quedando inmóvil ante todo lo demás. Quedando lo suficientemente inmóvil como para no poder sacarte esa flecha, pero con movilidad suficiente como para no sacrificar tu libertad.
Fácil, difícil, inexistente, oportuno, imposible, utópico. Son miles los calificativos que le han dado al amor.
Y para mí el amor, mi amor, en el pedacito de utopía que construí y acabo de sellar hoy...
es aquel, en que la flecha los atraviesa a ambos de lado a lado. Y sí, al mismo tiempo. Siempre se hace lugar a que el tiempo es relativo, pero a lo que me refiero es que en el verdadero amor, la cuestión es coincidir.
El verdadero amor es justo, es sumamente hermoso y perfecto a su manera. Sucede cuando las dos personas, ambas de ellas, tienen en sus manos el poder de ayudarse y el poder de destruirse. Se trata de una confianza y entrega mutua, ciega, irremediablemente ciega.
Y sé que muchos la tacharán de imposible, pero yo en la vida me voy a cansar de creer en ella.

Querido amor, por último y no te molesto más...
el amor mira y hace más de lo que habla. Siempre los ojos hablan más claro que las palabras.

Besos amor. Te agradezco por todo lo que me has dado hasta ahora. He tenido el gusto con los errores más tétricos y con los más hermosos, también. Casi 23 años, bastante bien vividos, nunca quedándome con el nudo en la garganta ni en el corazón. Después de todo, muchos de los grandes aciertos en la historia han comenzado siendo errores. Muchas cosas se han hallado sin siquiera buscarse.
Y quién te dice, yo que no tengo miedo a equivocarme... capaz algún día, me encuentra.

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